Tres hermanos adoptivos: Viviana de 26, Darío de 24 y Susana de 22, se juntan en la casa del primero (recientemente mudado del hogar natal, donde aun viven las otras dos con su madre enferma), a celebrar su cumpleaños.
La reunión, que comienza alegre y festiva, deviene en un encuentro revelador donde aparecen confesiones, reproches, deseos y frustraciones.
Un encuentro en carne viva de tres seres vulnerables que terminan, tal vez a pesar de ellos mismos, alcanzando un grado de exposición que los descubre patéticos. La soledad como destino inevitable se hace presente y entra en contradicción con el deseo de comunicar que estos hermanos intentan elegir -en su sentido más profundo-, para distraerse de la angustia y alejarse del sufrimiento.
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